Son muchas las emociones y experiencias que he tenido desde el pasado 23 de junio del 2010, día en que debuté como el primer puertorriqueño en dirigir un equipo de grandes ligas.
Los pasados meses han sido intensos desde que regrese a Puerto Rico concluida la temporada. El pueblo se ha desbordado en elogios y otras muestras de admiración hacia la gesta lograda. Agradecido estoy de todos.
Poniendo a un lado la alegría e ímpetu del momento ya es tiempo de ponerme a trabajar.
Esta ‘temporada muerta’ estuvimos bien activos en el mercado de cambio. Fortalecimos el ‘bullpen’, mejoramos la rotación inicial y contemplamos tener mejor defensiva.
Tomando en cuenta que los Marlins somos uno de los equipos más jóvenes en la liga no pretendo asumir nada ahora que está a punto de comenzar el ‘spring training’. Voy con la filosofía de enseñar a jugadores de Grandes Ligas a dominar los fundamentos básicos del juego, las jugadas rutinarias.
A finales de marzo debemos ser ‘expertos en el dominio de lo obvio’. Ese será nuestro lema de temporada, ‘dominio de lo obvio’.
La segunda tarea será la de desarrollar la responsabilidad de los jugadores hacia la parte que le corresponde. Cero excusas. Cada cual sabe sus obligaciones, mi trabajo consiste en que cumplan con ella. Tienen que entender que cada uno de ellos es una pieza importante para conseguir nuestras expectativas. El individualismo tiene que desaparecer. Nada vamos a conseguir si pensamos en estadísticas personales. Tenemos que crecer como equipo.
Es interesante ver cómo muchas de estas filosofías que se utilizan en un contexto deportivo se pueden aplicar a la vida cotidiana. Somos una sociedad. Cada uno de nosotros tiene una responsabilidad que cumplir independientemente de la edad, género o estatus social. No excusas. Como puertorriqueños cada uno de nosotros tenemos que hacer nuestra parte para el bien colectivo. Tenemos que crecer como pueblo.
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