Ya reunido con la gerencia del equipo y haber tenido la oportunidad de hablar con todos los ‘coaches’ sobre la situación de ese primer día como ‘Dirigente Interino’, tenía una mejor idea de cómo iba a ser esa primera reunión con los peloteros.
El hecho de que muchos de los jugadores activos con el equipo para ese entonces hubieran tenido la experiencia de estar bajo mi dirección en algún momento mientras se desarrollaban en las Ligas Menores influenció sin duda el que la gerencia decidiera a mi favor en mi selección.
Aunque debuté como ganador en ese primer juego en Baltimore, los próximos cuatro juegos fueron derrotas. El último juego contra los Orioles y los siguientes tres contra los Padres de San Diego ya en nuestro parque local en Miami no ayudaban a mi causa para quedarme como Dirigente.
El domingo 27 de junio de 2010 viajamos a San Juan, Puerto Rico inmediatamente luego del juego contra los Padres.
Mientras bajaba del avión ya en el ‘Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín’ junto a mi esposa y el resto del equipo, con la primera persona que me encontré fue con uno de los empleados de higiene del terminal que tenía el mapo en una mano, el cubo de agua a su lado y una bola de béisbol en la otra mano y me pedía amablemente que le firmara la bola la cual había cargado con ella todo el día desde que se enteró que veníamos esa noche a Puerto Rico. En ese preciso momento realizo la grandeza del momento. Me había convertido en el ‘primer puertorriqueño’ en dirigir un equipo de Grandes Ligas.
Al entrar a los predios del hotel el primero de los dos autobuses que transportaba al equipo comenzamos a escuchar la algarabía, y más emocionante aún a los ‘pleneros’ amigos míos que junto a familiares y otros fanáticos ‘soneaban’ estribillos referentes a mi designación.
Emotiva por demás esa llegada la cual incluía entre el grupo a mi madre que había viajado desde Ponce para recibirme.
El lunes 28 de junio de 2010 dirigí mi primer juego en Puerto Rico, una serie de tres partidos contra los Mets de Nueva York.
Con un lleno total de más de 19,000 fanáticos en ese primer encuentro me llaman por los altoparlantes como parte de las ceremonias de introducción del evento y fue en ese preciso momento que recibí la aceptación de parte del pueblo. Ese instante, ha sido por mucho la mejor experiencia de mi carrera de 30 años en el béisbol profesional. Pude sentir que mi gente, el pueblo de Puerto Rico, celebraba conmigo. No se trataba de un logro personal y familiar, se trataba de un ‘triunfo colectivo’.
Muchos aportaron a la causa; Clemente, Coímbre, Rodríguez Olmo, Bithorn, Pellot, Pizarro, Gómez, Cepeda, y muchos otros más. Ellos fueron los que abrieron puertas para que pudiéramos llegar a esta posición que me encontraba en el momento.
El martes 29 de junio de 2010 antes del segundo partido el propietario de los Marlins, Jeffrey Loria, me designaba como el ‘Dirigente en Propiedad’ por el resto de la temporada.
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