Arribo al aeropuerto de Baltimore a eso de las 12:30pm de ese 23 de junio del 2010. Durante el vuelo desde New Orleans con escala en Atlanta no he hablado con nadie fuera de la familia.
Tan pronto aterriza el avión y enciendo mi celular comienzan a entrar todas las llamadas perdidas, mensajes de texto y de voz. En total 74 mensajes de texto y 28 de voz. Era obvio que la noticia ya era oficial. Durante mi vuelo a Baltimore los directivos del equipo habían llamado a una conferencia de prensa y dieron a conocer el despido del cubano Fredi González y mi designación como dirigente interino.
Del aeropuerto voy directo al parque tal como me había sugerido Mike Hill (Gerente General) la noche anterior.
Entro al ‘Clubhouse de Visitantes’. Allí me dirigen a la oficina del dirigente. Comienzo a desempacar mi ropa de juego y comienzan a llegar uno por uno los ‘coaches’, peloteros y el personal de apoyo del equipo. Mi amigo y ‘coach’ de tercera y de ‘infielders’ el puertorriqueño Josué Espada llega y me da la bienvenida. Su visita fue un aliciente pues por fin podría hablar con alguien de confianza que me pudiera decir que había pasado y cuál era la moral y ánimo del equipo. De esa forma podría tener una mejor idea de cómo me iba a dirigir en ese primer encuentro con los peloteros. Estaba consciente que esa primera reunión fácilmente podría ser la última si no lograba decir las palabras apropiadas y llevar el mensaje correcto.
Luego del desfile de ‘coaches’ y jugadores por la oficina finalmente llegaron los directivos del equipo; David Sampson (Presidente Corporativo), Larry Beinfest (Presidente de Asuntos de Peloteros), Mike Hill (Gerente General), Dan Jennings (Vicepresidente Asuntos de Peloteros), cerraron la puerta y comenzamos a hablar sobre la situación. Las razones del cambio, los planes a corto plazo y las expectativas de mi estadía en la dirección.
Desde un principio me dejaron saber que la designación interina como dirigente podría durar un día, una semana, un mes o quizás por el resto de temporada pues ellos estaban tratando de decidir el curso a tomar con la dirección del equipo. Inclusive me dijeron que estaban considerando a otros candidatos con experiencia en grandes ligas.
En esos momentos le agradecí a ellos la oportunidad y al mismo tiempo me prometía que no iba a permitir que esta situación de inestabilidad afectaría mi desempeño.
En esos momentos aunque ansioso me trataba de concentrar en dos cosas: primero, en lo que podía controlar al presente, que era dirigir y administrar el equipo con lo mejor de mis habilidades. No quería preocuparme por la decisión que ellos irían a tomar ya que ese elemento estaba fuera de mi control. Quería invertir todas mis energías en lo que podía controlar.
La segunda situación que quería concentrarme era en el juego de esa noche contra los Orioles de Baltimore. Necesitaba analizar el personal del equipo que tenía a mano y su condición tanto física como anímica de cada uno de ellos. Estaba consciente que Fredi era un dirigente muy querido por la mayor parte de ellos. Además tenía que sacar tiempo para ‘estudiar’ y ver los videos y los reportes tanto del lanzador contrario como de todos los peloteros de Baltimore.
Como no contaba con mucho tiempo me concentré en estudiar solamente la alineación inicial y el lanzador abridor contrario. ¿Quién estaba bateando bien por ellos?, ¿quién era una amenaza para robar bases?, ¿cual bateador tiende a hacer el ‘bateo y corrido’?, ¿cuan efectivo era su lanzador iniciador en las primeras entradas?, ¿cuándo comenzaba a perder efectividad?, ¿cuida bien a los corredores?, ¿qué tan rápido era para el ‘home’?, ¿cuan efectivo era su receptor?... nada, pequeñeces. Como todo, en los detalles es que está la diferencia.
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